Apoyo psicológico en la cirugía de adelgazamiento

10 noviembre 2015

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[:en]Nuestro Psicólogo Javier Rodríguez Velasco nos da unas pautas sobre como sería su tratamiento, desde este punto médico.

Algunas personas que atendemos, necesitan apoyo para enfrentarse a una operación, y/o después de la misma. Trabajamos en colaboración con Cirugía Laparoscópica de Adelgazamiento, preparando psicológicamente a los pacientes tanto en la fase previa a la operación como en la fase posterior.

En la fase previa a la intervención, el trabajo se centra en reducir los niveles de ansiedad que suelen aparecer al enfrentarte a una situación complicada como es una intervención quirúrgica. A través de la identificación de pensamientos y estrategias de relajación, nos aseguramos que el afrontamiento de dicha situación sea más adaptativo para la persona implicada.

En la fase posterior a la intervención, las semanas siguientes a la operación son básicas porque no se puede ingerir alimentos sólidos. Si en estas primeras semanas somos capaces de poner en marcha determinadas rutinas y estrategias, una vez nos enfrentamos a las situaciones cotidianas (como las comidas familiares, comer solo en casa, etc.) dichas estrategias podrán consolidarse, por lo que la probabilidad de éxito será mayor.
Los objetivos que nos marcamos en este tipo de intervenciones suelen ser de dos tipos: los objetivos intrínsecos a la persona, sin descuidar determinados cambios en el entorno (control de estímulos) que sin duda nos van a ayudar:

– Identificar pensamientos generadores de ansiedad: es fundamental identificar qué pensamientos son el motor de nuestras reacciones fisiológicas.

– Aumentar la capacidad de autocontrol, especialmente a nivel cognitivo. Una vez identificados los pensamientos, es más fácil desmontarlos aumentando así nuestra capacidad para controlar las situaciones que valoramos como “complicadas”.

– Disminuir los niveles de ansiedad, a través de estrategias de relajación, ya que si funcionamos con niveles de ansiedad elevados será complicado que lo hagamos de una forma satisfactoria a medio-largo plazo.

– Generar hábitos y rutinas saludables (dieta equilibrada, ejercicio físico de forma regular, ocio no relacionado con la hostelería, etc.)

– Potenciar la consistencia – estabilidad en las pautas trabajadas: es fundamental, ya que nosotros no realizamos una dieta, sino que producimos un cambio en nuestros hábitos que debe mantenerse en el tiempo.

– Aumentar la sensación de bienestar, reduciendo el sentimiento de culpa y la indefensión aprendida. Culpabilizarnos por comer mucho o sentiros incapaces de superar esta situación, son emociones con las que nos encontramos día a día en las primeras entrevistas. A medida que vamos consiguiendo los objetivos, se va reduciendo su presencia, apareciendo los auto-refuerzos, que son la “gasolina” que nos ayuda en los momentos complicados.

– Reducir pensamientos dicotómicos (todo o nada) tan presentes en las situaciones relacionadas con la comida: o lo hago perfecto o lo hago fatal.

– Reducir la velocidad y cantidad de la ingesta, cambios en nuestros hábitos de la compra, lugares en los que comemos, qué hacemos mientras comemos, etc. son objetivos que también aparecen en estas intervenciones.

Nuestro sistema de trabajo es flexible y muy práctico. Nos basamos en las situaciones que se producen día a día, y priorizamos sobre las demandas que puedan ir surgiendo a medida que avanza la intervención.
Son muchos factores los que participan dentro del proceso de una operación de cirugía de adelgazamiento. Por ello este proceso esta apoyado por profesionales de diferentes disciplinas médicas.

Nuestro Psicólogo Javier Rodríguez Velasco nos explica unas pautas sobre como sería el tratamiento, desde esta disciplina médica.

«Algunas personas que atendemos, necesitan apoyo para enfrentarse a una operación, y/o después de la misma. Trabajamos en colaboración con Cirugía Laparoscópica de Adelgazamiento, preparando psicológicamente a los pacientes tanto en la fase previa a la operación como en la fase posterior».

En la fase previa a la intervención, el trabajo se centra en reducir los niveles de ansiedad que suelen aparecer al enfrentarte a una situación complicada como es una intervención quirúrgica. A través de la identificación de pensamientos y estrategias de relajación, nos aseguramos que el afrontamiento de dicha situación sea más adaptativo para la persona implicada.

En la fase posterior a la intervención, las semanas siguientes a la operación son básicas porque no se puede ingerir alimentos sólidos. Si en estas primeras semanas somos capaces de poner en marcha determinadas rutinas y estrategias, una vez nos enfrentamos a las situaciones cotidianas (como las comidas familiares, comer solo en casa, etc.) dichas estrategias podrán consolidarse, por lo que la probabilidad de éxito será mayor.
Los objetivos que nos marcamos en este tipo de intervenciones suelen ser de dos tipos: los objetivos intrínsecos a la persona, sin descuidar determinados cambios en el entorno (control de estímulos) que sin duda nos van a ayudar:

Identificar pensamientos generadores de ansiedad: es fundamental identificar qué pensamientos son el motor de nuestras reacciones fisiológicas.

Aumentar la capacidad de autocontrol, especialmente a nivel cognitivo. Una vez identificados los pensamientos, es más fácil desmontarlos aumentando así nuestra capacidad para controlar las situaciones que valoramos como “complicadas”.

Disminuir los niveles de ansiedad, a través de estrategias de relajación, ya que si funcionamos con niveles de ansiedad elevados será complicado que lo hagamos de una forma satisfactoria a medio-largo plazo.

Generar hábitos y rutinas saludables (dieta equilibrada, ejercicio físico de forma regular, ocio no relacionado con la hostelería, etc.)

Potenciar la consistencia – estabilidad en las pautas trabajadas: es fundamental, ya que nosotros no realizamos una dieta, sino que producimos un cambio en nuestros hábitos que debe mantenerse en el tiempo.

Aumentar la sensación de bienestar, reduciendo el sentimiento de culpa y la indefensión aprendida. Culpabilizarnos por comer mucho o sentiros incapaces de superar esta situación, son emociones con las que nos encontramos día a día en las primeras entrevistas. A medida que vamos consiguiendo los objetivos, se va reduciendo su presencia, apareciendo los auto-refuerzos, que son la “gasolina” que nos ayuda en los momentos complicados.

Reducir pensamientos dicotómicos (todo o nada) tan presentes en las situaciones relacionadas con la comida: o lo hago perfecto o lo hago fatal.

Reducir la velocidad y cantidad de la ingesta, cambios en nuestros hábitos de la compra, lugares en los que comemos, qué hacemos mientras comemos, etc. son objetivos que también aparecen en estas intervenciones.

«Nuestro sistema de trabajo es flexible y muy práctico. Nos basamos en las situaciones que se producen día a día, y priorizamos sobre las demandas que puedan ir surgiendo a medida que avanza la intervención».

No solo someterse a una operación, también entender el proceso ayudará a obtener mejores resultados y tener una recuperación más saludable.[:fr]Nuestro Psicólogo Javier Rodríguez Velasco nos da unas pautas sobre como sería su tratamiento, desde este punto médico.

Algunas personas que atendemos, necesitan apoyo para enfrentarse a una operación, y/o después de la misma. Trabajamos en colaboración con Cirugía Laparoscópica de Adelgazamiento, preparando psicológicamente a los pacientes tanto en la fase previa a la operación como en la fase posterior.

En la fase previa a la intervención, el trabajo se centra en reducir los niveles de ansiedad que suelen aparecer al enfrentarte a una situación complicada como es una intervención quirúrgica. A través de la identificación de pensamientos y estrategias de relajación, nos aseguramos que el afrontamiento de dicha situación sea más adaptativo para la persona implicada.

En la fase posterior a la intervención, las semanas siguientes a la operación son básicas porque no se puede ingerir alimentos sólidos. Si en estas primeras semanas somos capaces de poner en marcha determinadas rutinas y estrategias, una vez nos enfrentamos a las situaciones cotidianas (como las comidas familiares, comer solo en casa, etc.) dichas estrategias podrán consolidarse, por lo que la probabilidad de éxito será mayor.
Los objetivos que nos marcamos en este tipo de intervenciones suelen ser de dos tipos: los objetivos intrínsecos a la persona, sin descuidar determinados cambios en el entorno (control de estímulos) que sin duda nos van a ayudar:

– Identificar pensamientos generadores de ansiedad: es fundamental identificar qué pensamientos son el motor de nuestras reacciones fisiológicas.

– Aumentar la capacidad de autocontrol, especialmente a nivel cognitivo. Una vez identificados los pensamientos, es más fácil desmontarlos aumentando así nuestra capacidad para controlar las situaciones que valoramos como “complicadas”.

– Disminuir los niveles de ansiedad, a través de estrategias de relajación, ya que si funcionamos con niveles de ansiedad elevados será complicado que lo hagamos de una forma satisfactoria a medio-largo plazo.

– Generar hábitos y rutinas saludables (dieta equilibrada, ejercicio físico de forma regular, ocio no relacionado con la hostelería, etc.)

– Potenciar la consistencia – estabilidad en las pautas trabajadas: es fundamental, ya que nosotros no realizamos una dieta, sino que producimos un cambio en nuestros hábitos que debe mantenerse en el tiempo.

– Aumentar la sensación de bienestar, reduciendo el sentimiento de culpa y la indefensión aprendida. Culpabilizarnos por comer mucho o sentiros incapaces de superar esta situación, son emociones con las que nos encontramos día a día en las primeras entrevistas. A medida que vamos consiguiendo los objetivos, se va reduciendo su presencia, apareciendo los auto-refuerzos, que son la “gasolina” que nos ayuda en los momentos complicados.

– Reducir pensamientos dicotómicos (todo o nada) tan presentes en las situaciones relacionadas con la comida: o lo hago perfecto o lo hago fatal.

– Reducir la velocidad y cantidad de la ingesta, cambios en nuestros hábitos de la compra, lugares en los que comemos, qué hacemos mientras comemos, etc. son objetivos que también aparecen en estas intervenciones.

Nuestro sistema de trabajo es flexible y muy práctico. Nos basamos en las situaciones que se producen día a día, y priorizamos sobre las demandas que puedan ir surgiendo a medida que avanza la intervención.[:ar]Nuestro Psicólogo Javier Rodríguez Velasco nos da unas pautas sobre como sería su tratamiento, desde este punto médico.

Algunas personas que atendemos, necesitan apoyo para enfrentarse a una operación, y/o después de la misma. Trabajamos en colaboración con Cirugía Laparoscópica de Adelgazamiento, preparando psicológicamente a los pacientes tanto en la fase previa a la operación como en la fase posterior.

En la fase previa a la intervención, el trabajo se centra en reducir los niveles de ansiedad que suelen aparecer al enfrentarte a una situación complicada como es una intervención quirúrgica. A través de la identificación de pensamientos y estrategias de relajación, nos aseguramos que el afrontamiento de dicha situación sea más adaptativo para la persona implicada.

En la fase posterior a la intervención, las semanas siguientes a la operación son básicas porque no se puede ingerir alimentos sólidos. Si en estas primeras semanas somos capaces de poner en marcha determinadas rutinas y estrategias, una vez nos enfrentamos a las situaciones cotidianas (como las comidas familiares, comer solo en casa, etc.) dichas estrategias podrán consolidarse, por lo que la probabilidad de éxito será mayor.
Los objetivos que nos marcamos en este tipo de intervenciones suelen ser de dos tipos: los objetivos intrínsecos a la persona, sin descuidar determinados cambios en el entorno (control de estímulos) que sin duda nos van a ayudar:

– Identificar pensamientos generadores de ansiedad: es fundamental identificar qué pensamientos son el motor de nuestras reacciones fisiológicas.

– Aumentar la capacidad de autocontrol, especialmente a nivel cognitivo. Una vez identificados los pensamientos, es más fácil desmontarlos aumentando así nuestra capacidad para controlar las situaciones que valoramos como “complicadas”.

– Disminuir los niveles de ansiedad, a través de estrategias de relajación, ya que si funcionamos con niveles de ansiedad elevados será complicado que lo hagamos de una forma satisfactoria a medio-largo plazo.

– Generar hábitos y rutinas saludables (dieta equilibrada, ejercicio físico de forma regular, ocio no relacionado con la hostelería, etc.)

– Potenciar la consistencia – estabilidad en las pautas trabajadas: es fundamental, ya que nosotros no realizamos una dieta, sino que producimos un cambio en nuestros hábitos que debe mantenerse en el tiempo.

– Aumentar la sensación de bienestar, reduciendo el sentimiento de culpa y la indefensión aprendida. Culpabilizarnos por comer mucho o sentiros incapaces de superar esta situación, son emociones con las que nos encontramos día a día en las primeras entrevistas. A medida que vamos consiguiendo los objetivos, se va reduciendo su presencia, apareciendo los auto-refuerzos, que son la “gasolina” que nos ayuda en los momentos complicados.

– Reducir pensamientos dicotómicos (todo o nada) tan presentes en las situaciones relacionadas con la comida: o lo hago perfecto o lo hago fatal.

– Reducir la velocidad y cantidad de la ingesta, cambios en nuestros hábitos de la compra, lugares en los que comemos, qué hacemos mientras comemos, etc. son objetivos que también aparecen en estas intervenciones.

Nuestro sistema de trabajo es flexible y muy práctico. Nos basamos en las situaciones que se producen día a día, y priorizamos sobre las demandas que puedan ir surgiendo a medida que avanza la intervención.[:]

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