Psicología del paciente obeso. Caracteristicas

18 junio 2013

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 Como  ya hemos señalado ,  no se puede definir una condición psicopatológica específica vinculada a la obesidad. Existen obesos con y sin psicopatía, pero no hay un trastorno específico del obeso. Ya en una etapa final las conductas son automáticas y manejadas por las emociones. “La comida no es adictiva. Sí lo es la conexión del individuo con ella”

En el  paciente obeso se presentan comúnmente problemas en el área afectiva y cognitiva, como baja autoestima y autoimagen, especialmente en lo referente al propio esquema corporal (representación psíquica consciente e inconsciente del propio cuerpo), existe una  imagen deteriorada de sí mismo y de su cuerpo, con bajas expectativas de autoeficacia y logro.

 Otro aspecto importante es considerar que en general los pacientes obesos tienden a subestimar la ingesta calórica real en comparación con las personas normales (mecanismo de minimización bastante frecuente en las adicciones) por lo que los controles deben ser más acuciosos, incluyendo los registros cotidianos de ingesta.

 La obesidad no sólo se relaciona con multitud de enfermedades tales como diabetes, hipertensión etc, también conlleva trastornos tales como  depresión o ansiedad, que en estos casos están asociadas a trastornos de la conducta alimentaria o distorsión de la imagen corporal. Las personas con sobrepeso viven hoy en una sociedad “obeso-fóbica” que estigmatiza al obeso. Esto trae consecuencias en la autoestima, alteración en sus relaciones interpersonales, menos posibilidades de acceso a los mejores trabajos, a las mejores parejas.

 Lo obesos viven sentimientos de desvalorización cotidianos.

A esto se suman  las consecuencias psicopatológicas que suponen las dietas  dietas hipocalóricas estrictas (como aumento de depresión, ansiedad, nerviosismo, debilidad e irritabilidad) ,de los ciclos de pérdida – recuperación de peso (efecto yo – yo), que los hacen sentir culpables, avergonzados, inadecuados y criticados por su fracaso por familiares, compañeros de trabajo y profesionales de la salud, logrando conducir al obeso al desarrollo de nuevas patologías psiquiátricas, entre las que destacan la depresión, la ansiedad, angustia y hasta el trastorno alimentario compulsivo.

  La ansiedad puede adoptar diversas formas pero aquella más relacionada con la obesidad es la ansiedad generalizada, es decir aquella que está presente a niveles no muy elevados, pero es casi permanente. Este tipo de ansiedad al no ser muy elevada, se contrarresta  con el acto de comer. Al ser constante su presencia y verse aliviada con la comida, se traduce en un aumento de peso.

 Algunas personas presentan un estado de ánimo decaído, sin muchas fuerzas para realizar tareas habituales que no llega a ser una auténtica depresión, las cuales sienten (aunque sin relacionar una cosa con otra) como aumenta su deseo de consumir chocolate, alimentos estimulantes, carne y otros productos ricos en proteínas e hidratos de carbono.

 Estos alimentos tienen en su composición química elementos que aumentarían los niveles de serotonina, neurotransmisor que se encuentra disminuido en esta patología.

Esos kilos de más producto del consumo de alimentos muy calóricos sería el precio que la persona paga por poner un dique de contención a la depresión.

Existen razones que llevan a una persona a ingerir más alimento de los que necesita, aún sabiendo sobradamente que este comportamiento acabará, antes o después, en unos kilos que perjudicarán su salud y su estética personal.

Muchas personas, en pleno régimen o tras haberlo terminado, experimentan ansiedad o depresión, a las que ponen fin volviendo a su antigua forma de alimentarse, con lo que vuelven a aumentar de peso.

 Para algunas personas, la comida es una vía de escape para no pensar en los problemas que tienen. La utilizan como una estrategia de evasión, dejando los problemas “en espera” en lugar de enfrentarse a ellos y resolverlos. De esta manera no experimentan la incomodidad o perturbación que produce afrontar la situación.

 Es importante el rol que juegan las personas más allegadas en la aparición y mantenimiento de la obesidad. Estas son habitualmente el cónyuge y los padres, pero también puede tratarse de hermanos y amigos. Estos, pueden tener interés consciente o inconsciente en que continúe con sus kilos sobrantes.

Además, al margen del boicot que puede existir por parte de la pareja en el proceso de adelgazamiento, cuando el obeso consigue suprimir, de manera estable, un problema de obesidad, sobre todo si esta obesidad ya existía en el momento de formarse la pareja, la estabilidad de la relación puede estar en peligro.

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

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