Obesidad y Sedentarismo. (II)

16 septiembre 2013

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Obesidad

Obesidad y sedentarismo en el siglo XXI:

¿qué se puede y se debe hacer? (II)

 

Tal y como apunta el documento de consenso citado anteriormente, existe abundante evidencia epidemiológica que sostiene  los efectos beneficiosos para la salud de un Estilo de Vida Mediterráneo (EVM). Aunque la evidencia no es

concluyente, sí se sugiere de manera clara un efecto protector de la llamada Dieta Mediterránea, entendida como

una auténtica filosofía de vida, sobre el sobrepeso y la obesidad y un mayor grado de vida activa.

Hemos sufrido un cambio radical en nuestro estilo de vida, adopando un estilo de vida inactivo que en el caso de la población infantil es muy llamativo.

Numerosos estudios llevados a cabo en los últimos años han demostrado que el sedentarismo o la inactividad física suponen un factor de riesgo “per se” para el desarrollo de múltiples enfermedades crónicas. Por otro lado, se ha comprobado que el llevar una vida físicamente activa produce numerosos beneficios para la salud: disminuye el riesgo de mortalidad por enfermedades cardiovasculares, previene y/o retrasa el desarrollo de hipertensión arterial, etc

Por otro lado, y desde luego no menos importante, la organización de la vida familiar y laboral contribuye a que se dedique cada vez menos tiempo a la compra, preparación y consumo de alimentos, seleccionando las opciones más accesibles y más económicas, y que requieran menos tiempo para su preparación o incluso se

presenten listas para su consumo. Se han perdido habilidades culinarias y las comidas familiares tienden a concentrarse en el fin de semana.

Es por todo ello que desde distintas instituciones Nacionales e internacionales (Oms, Comisión Europea, etc) se han puesto en marcha diferentes proyectos de promoción de hábitos de alimentación y actividad física saludable.

Estas estrategias deben contemplar un amplio abanico de medidas y propuestas, encaminadas a una más correcta elección de la alimentación, así como la práctica

regular de actividad física; potenciar la creación de entornos proactivos tanto desde la familia como desde el ámbito escolar y comunitario, que favorezcan la adopción

de hábitos de alimentación y actividad física correctos o adecuados, poniendo un especial acento en la recuperación y conservación de nuestro Patrimonio Inmaterial

de la Humanidad: la Dieta Mediterránea, como filosofía global de calidad de vida.

El Estilo de Vida Mediterráneo (EVM) no es sólo un patrón alimentario que tiene una acumulada evidencia en la prevención de enfermedades crónicas. Representa un

estilo de vida, tal y como indica el término griego original:“diaita”, que engloba, además de la combinación de alimentos, elementos culturales y de estilo de vida del

proceso de selección, procesamiento y consumo, como son la priorización de los alimentos frescos, locales, y estacionales; de las actividades culinarias y de la socialización en las comidas, de la actividad física regular, del descanso en forma de siesta, y toda una manera de vivir que forma parte de la herencia cultural de los países mediterráneos. Independientemente de factores genéticos, familiares, etc., hay evidencia científica suficiente de que la actividad física deportiva regular disminuye el porcentaje de grasa corporal, y reduce factores de riesgo asociados a enfermedad cardiovascular, diabetes, o ciertas formas de cáncer. Existe consenso científico en considerar la práctica de actividad física como una herramienta útil para la prevención de la obesidad, por lo que debe promoverse la actividad física espontánea e impulsar la práctica deportiva, de transporte activo, etc.

Es por ello imprescindible incluir expertos en materia de Nutrición , de educación y del ámbito deportivo en los programas de tratamiento y prevención de la obesidad.

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