¿Se está convirtiendo la obesidad en una epidemia?

07 diciembre 2021

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La COVID-19 ha irrumpido en nuestras vidas como la pandemia del siglo XXI, haciendo sombra a otro tipo de pandemias de origen no infeccioso que, sin embargo, se expanden como la espuma y se cronifican.

El ejemplo más claro lo encontramos en la obesidad, un problema de salud pública caracterizado por la acumulación excesiva de grasa corporal que se puede percibir por el aumento del peso cuando supera el 20% del peso ideal según la edad, talla y sexo de la persona en cuestión. 

Obesidad, ¿pandemia o epidemia?

Para conocer el alcance y gravedad de la obesidad como patología multifactorial hemos de hacer una distinción entre epidemia y pandemia. Tal y como describe el Diccionario de términos médicos de la RANM (Real Academia de Medicina), las epidemias son enfermedades que se propagan en una región durante un período de tiempo determinado; en cambio, las pandemias se extienden a nivel global.

En este sentido, los datos confirman que, efectivamente, la obesidad no solo se está convirtiendo en una epidemia, sino que ya se considera una pandemia mundial que se extiende de forma silenciosa. 

La obesidad como pandemia

La obesidad como pandemia, según la Organización Mundial de la Salud, provoca en el mundo cerca de 3 millones de muertes en todo el mundo. De hecho, esta enfermedad está catalogada por la OMS como una pandemia de tipo no infeccioso, es decir, que no se contagia, pero se comporta como una pandemia mundial en toda regla.

Y es que las cifras son alarmantes: más allá de las muertes, el índice de sobrepeso se sitúa en más de mil millones en personas adultas, de las que 300 millones son obesas.  

La obesidad como epidemia

Por su parte, la obesidad como epidemia la podemos asociar con el sobrepeso infantil. España, por ejemplo, presenta una incidencia de obesidad de un 16,1% entre menores de 6 a 12 años de edad. Esta preocupante cifra va en aumento, entre otras razones, porque la falta de conciliación entre la vida laboral y personal obliga a muchos padres a ofrecer comida rápida y poco elaborada a sus hijos. 

En este punto, el problema puede remitir, evitando así las complicaciones de una obesidad adulta futura, si se extreman las precauciones en la nutrición y actividad del menor. Por ello, los especialistas recomiendan huir de malos hábitos como el sedentarismo o el consumo de bollos industriales, chuches, refrescos y comida rápida. 

En definitiva, nunca es tarde para apostar por una dieta variada basada en legumbres, pan, arroz, verduras, carne y pescado. Lo ideal, según los expertos, es que un niño, que al fin y al cabo está en fase de crecimiento, tenga una dieta que contenga un 50% de hidratos de carbono, un tercio de grasas y el resto sea cubierto por proteínas.

 

Con todo, la cirugía es la única forma eficaz y segura para tratar la obesidad severa en preadolescentes, adolescentes y adultos. ¿Quieres someterte a una cirugía bariátrica o laparoscópica de adelgazamiento? Nuestros doctores ofrecen tratamientos integrales para acabar con el problema de raíz. 

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